martes, 19 de abril de 2011

Todo cambia

Tengo casi 40 años
Pensaba que vivía en una constante, sin sobresaltos, sin grandes sopresas. Era cómodo y, sobre todo, llevadero. Vaya, no había nada malo y todo funcionaba bien.
No imaginé que vendría un torbellino que arrancaría todo de su lugar...

La historia la saben muchos y no tiene gran sentido contarla a detalle... aunque habrá a quienes le sorprenda. A mí también me tiene sorprendida.

No hace muchos meses reapareció en mi vida mi mejor amigo de la secundaria. Y desde la primera llamada todo fue como antes, a diferencia que vive en Mexicali, por lo que los mails se volvieron el medio de comunicación idóneo para nosotros, aunque de vez en vez me marcaba y, sinceramente, era un placer escucharlo.

Los correos dejaron de llegar a menudo para convertirse en diarios. No sé cuándo ni por qué razón empezamos a emplear el te quiero y te extraño... él dice que un día todo fue muy obvio, mientras hablábamos por teléfono. Y creo que fui yo quien marcó para platicar. La charla duró horas y terminó en un te quiero que a los dos nos dio un vuelco en el estómago.

Me costó mucho trabajo darme cuenta de que estaba sintiendo algo y que era muy fuerte... que el hecho de no recibir un correo de él o escuchar su voz me producía una sensación extraña en el estómago. No tengo detalles de cuándo empezamos a utilizar el "mi amor" ni tampoco me importa.

Luego de mandarme chocolates (nada tonto, claro está!) vino a verme en febrero. Esa era la primera prueba de si se trataba de una mera sensación invernal o qué demonios era! Y lo peor es que al tenerlo frente a mí no pude soltar su mano, al primer beso me dio un vuelco en el estómago y desde entonces compruebo día a día que ya no puedo vivir sin él.

Lo amo profundamente. Me hace sentir como una adolescente que sonríe simplemente de recordar que existe. En su primera visita comprobé durante días y días que no estaba equivocada, que ese vuelco lo sentía cada vez que me besaba y que todo había cambiado. No era fría, no era insensible, no era poco emotiva, no era calculadora, no era controladora ni obsesiva... simplemente no me había enamorado. Y ya no me importa ser cursi, no me importa suspirar, no le temo a besarme en la calle, ni tampoco a darle la mano. Hoy me declaro una mujer plenamente enamorada de una persona que esperó por mí 25 años.

Hoy sé que estoy perdidamente enamorada de él. Hoy lo anhelo todos los días y lo espero a mi lado. Hoy sé que debo, quiero y necesito vivir con él, compartir mi vida y mirarlo de reojo, para cerciorarme de que es real.

Y todo cambiará porque viviré con él, muy pronto, en México. Porque tendremos una vida en pareja y porque mi único fin es amarle hoy. Solo por hoy.

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